¿Donde empezó todo? Arriesgo una fecha tentativa, entre 2002 y 2004, con Martín García ya promediando la carrera de Ingeniería en Alimentos, en San Rafael, antes de volver a Bariloche. Recuerdo haber ido a visitarlo en esos años. No era una foto muy seria: estaba moliendo granos de malta en una multiprocesadora remendada. La escala era la de un experimento de cocina, pero aún en estos primeros años se veía que la cosa iba en serio.
MG -Eso fue la prehistoria de Manush. Nos juntábamos con un grupo de amigos, estudiantes de varios lados, en “La plaza del Cohete”, que tenía una especie de cohete grande en el medio. Eran tan al estilo Kusturica esas escenas que el nombre Manush ya estaba presente ahí. Con aquellos amigos y compañeros combinábamos lo técnico, lo profesional y lo artístico. La cerveza era un punto de encuentro. Más que artesanal, fue un comienzo casero. Era divertido, porque a cada dificultad había que pensar con mucha creatividad.
¿Qué dificultades?
MG -El agua de mendoza sobre todo, que era de una dureza imposible. Los ríos de allá tienen muchos sedimentos minerales. Para hacer cerveza había que ablandar el agua en el laboratorio la facultad. La bajábamos 10 o 15 veces para poder trabajarla. Así fuimos probando cervezas negras, rubias. Nos tuvimos que adaptar a condiciones difíciles, pero aprendiendo mucho. Pasé un año y medio estudiando, armando el proyecto con el que me recibí, con la idea fija de llevarlo a la realidad. Fue todo un hecho volver a Bariloche para hacer unas pruebas. La primera Pale Ale salió excelente, tanto que apenas cambió hasta convertirse en nuestra APA actual.